Y llegó el día, hoy me despido de ti. Mi último día en New
York coincidió con el cumpleaños de mi padre así que dejamos que sea él quien
decida lo que haríamos en las pocas horas que nos quedaban en la gran manzana.
Comenzamos por hacer checkout del hotel en Williamsburg y dirigirnos a
Manhattan a lo que mi padre llamaría “una parada obligatoria”. Katz’s
Delicatessen. Allí nos desayunamos con dos “Hot Pastrami”y un Roast Beef, la
cantidad perfecta para cinco personas.
Con esa llenura (la real) no podíamos no movernos, así que
decidimos visitar el Barrio Chino ya está en las cercanías. Yo nunca había
entrado, siempre lo había visto por afuera o por arribita, pero este vez nos
fuimos de lleno y eso es parte de lo que vimos: Aceras repletas, muuuuchos
objetos y mercancía extraña, un sinnúmero de gift shops y puestos de venta de
frutas y té exóticos. Los dos últimos llamaron mi atención por lo que tuve que comprarle un Bubble Tea
de Lychee y probar la fruta en sí.
Ya con más energías nos fuimos a la Calle 34 (34th Street) a
hacer unas cuantas compras. Al final cada cual tomó su camino (dependiendo de
las tiendas que nos interesaran) y pusimos una hora y punto de encuentro. Yo
recomiendo que cuando se viaje en grupo se use esta técnica, así cada cual hará
lo que le plazca y todos estarán complacidos.
Nuestro último día en la gran manzana llegaba a su fin.
Mientras el sol bajaba, nosotros nos íbamos preparando para tomar rumbo hacia
nuestro próximo destino y como última parada buscamos un restaurancito para
comer.
La Avenida Ámsterdam es perfecta para aquellos que buscan
variedad, caminar por sus aceras es como dar saltos de un país a otro y
nosotros caímos en Tailandia. En la Av.
Ámsterdam con la Calle 92 (92th Street) encontramos a Thai Seasons donde
tuvimos un delicioso almuerzo, 100% recomendado de mi parte.
Nos veremos en la próxima entrega.
Feliz resto del día.
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